En el 3000 Antes de Cristo el estado del dinástico temprano ya había aparecido en Egipto y controlaba gran parte del valle del Nilo, desde el delta hasta la primera catarata de Asuán, una distancia de más de mil kilómetros a lo largo del río. Si bien la presencia de la cultura Nagada es evidente en el delta durante Nagada II y III, el alcance del control político egipcio hacia el sur durante la I Dinastía queda demostrado por los restos de una fortaleza en el punto más elevado de la orilla de la isla de Elefantina.

El Estado Dinástico Temprano aparecido en Egipto era único y de carácter autóctono. Es probable que una lengua común, o dialectos de la misma, facilitara la unificación política; pero nada se sabe realmente de la lengua hablada, pues en este momento de su desarrollo cultural, los primeros textos contienen información especializada de una naturaleza muy superficial.

Las pruebas arqueológicas del control del estado consiste en los nombres de los reyes de la I Dinastía (Serekhs), en vasijas, sellos, etiquetas (en origen atadas a recipientes) y otros objetos hallados en los principales yacimientos dinásticos de Egipto. Semejantes pruebas sugieren la existencia de un sistema impositivo estatal ya desde las primeras dinastías.

Egipto no fue una «civilización de ciudades» como se sugirió en su momento. Las ciudades y pueblos egipcios pueden haber estado organizados espacialmente de una forma menos rígida que los mesopotámicos y se sabe que la residencia real cambió de emplazamiento. Debido a diferentes factores, las ciudades y pueblos del Antiguo Egipto no se han conservado bien, o están profundamente enterrados bajo capas de aluvión o asentamientos modernos, por lo que no pueden ser excavados. No obstante, se ha conservado alguna que otra prueba arqueológica de estas primeras ciudades. En hieracómpolis, una fachada de ladrillo decorada profusamente con nichos y situada dentro de la ciudad (Kom el Ahmar) se ha interpretado como la entrada a un palacio, quizá un centro administrativo del primer estado.
Con todo, la mayor parte de los egipcios del Dinástico Temprano (y los períodos posteriores) eran granjeros que vivían en pequeños poblados. La base económica del antiguo Egipto era la agricultura del cereal. En el transcurso del cuarto milenio Antes de Cristo los poblados egipcios se fueron volviendo cada vez mas dependientes del cultivo de trigo y la cebada, extremadamente fructíferos en el entorno de la llanura aluvial egipcia.
Es posible que a finales del Dinástico Temprano se practicara una sencilla irrigación mediante tanques que permitió ampliar la cantidad de tierra cultivada y producir cosechas más abundantes. Al contrario que prácticamente cualquier otro sistema de irrigación del mundo, éste no salinizaba el suelo, puesto que la inundación anual del Nilo lavaba todas las sales. Dado que en esta época la lluvia caída era insignificante, era la inundación anual la que proporcionaba la humedad necesaria en el momento preciso del año (Julio y Agosto) de modo que el trigo pudiera plantarse en septiembre después de la retirada de las aguas. Las especies de trigo introducidas en Egipto maduraban durante los meses de invierno y se cosechaban antes de la primavera, cuando el retorno de las altas temperaturas y la sequía podían echar a perder la cosecha. En este entorno era posible conseguir enormes excedentes agrícolas y en el momento en el que éstos fueran controlados por el Estado pudieron sostener la floreciente civilización egipcia que vemos en la I Dinastía.
El cementerio real de Abydos
La naturaleza de la temprana civilización egipcia se expresó sobre todo por medio de la arquitectura monumental, en especial de las tumbas reales y los recintos funerarios de Abydos, así como en las grandes tumbas de los altos funcionarios de Sakkara Norte. En la arquitectura monumental y en el arte conmemorativo (como la paleta de Narmer), lo inequívocamente faraónico es un reflejo de la existencia de artesanos a tiempo completo mantenidos por la Corona. En las tumbas de la elite del período aparecen objetos de la mayor calidad artesanal. Entre los ejemplares figuran discos de esteatita con incrustaciones de alabastro egipcio, o brazaletes con cuentas de oro, turqueza, amatista y lapislázuli. Un nivel similar de calidad artesanal se puede ver en los objetos de ébano y marfil y en las herramientas y recipientes de cobre encontrados en las tumbas de la elite, los cuales reflejan el patrocinio de la corte. La presencia de objetos de cobre en las tumbas probablemente sea resultado de las expediciones reales a las regiones ricas en este mineral en el Desierto Oriental y/o al cada vez mayor comercio con las zonas mineras del Neguev/Sinaí, así como la expansión del trabajo del cobre en Egipto.
Soló en Abydos se encuentran los restos de los recintos funerarios de todos los soberanos de la dinastía excepto uno, como demostraron las excavaciones de Davis O Connor en la década de 1980 y 1990. Lo que es claramente visible en los cementerios de Abydos es la ideología de la realeza, tal cual está representada en el culto mortuorio. El desarrollo de la arquitectura monumental simbolizó un orden político a una escala desconocida hasta entonces, con una religión estatal encabezada por un dios-rey mediante la cual se legitimaba el nuevo orden político. Gracias a la ideología y su forma simbólica material, manifestada en las tumbas, unas creencias relativas a la muerte ampliamente difundidas, pasaron a reflejar la organización social jerárquica de los vivos y del Estado controlado por el rey; una transformación del sistema de creencias motivada políticamente y que tuvo consecuencias directas en el sistema socioeconómico. Al rey se le concede el enterramiento más elaborado, símbolo de su papel como mediador entre los poderes del más allá y sus súbditos difuntos, mientras que la creencia de un orden terrenal y cósmico proporcionaría al Estado del Dinástico Temprano una cierta cohesión social.
En la década de 1890, siete complejos tumbales de la I Dinástia fueron excavados, pertenecen a los siguientes reyes: Djer, Djet, Den, Anedjib, Semerkhet y Qaa, Además de la reina Mernetih, que puede haber sido la madre de Den. Las tumbas no sólo habían sido saqueadas, además hay pruebas de que fueron quemadas a propósito. Si bien solo se conservan la cámara subterránea de adobe (el adobe es una masa de barro mezclado a veces con paja , moldeada en forma de ladrillo y secada al aire , que se emplea en la construcción de paredes o muros) Las tumbas habrían estado originalmente techadas y quizás cubiertas por un montículo de arena delante del cual es probable que se colocara estelas de piedra grabadas con el nombre real (varias de las cuales han sobrevivido).

En la zona noreste del cementerio real, llamado Cementerio B, se encuentra el complejo tumbal de Aha, al que hoy se considera convencionalmente como el primer rey de la I dinastía. en este mismo Cementerio también se encuentran los últimos reyes de la Dinastía 0: Irihor, Ka, y Narmer. Consisten en cámaras dobles, mientras que el complejo de Aha esta formado por varias cámaras separadas construidas en tres etapas, con diversas tumbas subsidiarias al noreste. Pese a haber sido saqueado, en el complejo tumbal de Aha se puede apreciar claramente una nueva dimensión en los enterramientos: en tres de las cámaras se encontraron restos de grandes santuarios de madera, mientras que treinta y tres tumbas subsidiarias contenían los restos de varones jóvenes, de entre 20 y 25 años de edad, que probablemente fueron asesinados en el momento de la muerte del rey. Cerca de estas tumbas subsidiarias se encontraron restos de los enterramientos de al menos siete leones jóvenes.
Todas las tumbas reales de la I Dinastía de Abydos cuentan con tumbas subsidiarias con ataúdes de madera. Es el único período del Antiguo Egipto en el que se sacrificaron personas para los enterramientos reales, es posible que funcionarios, sacerdotes, criados y mujeres de la casa real fueran sacrificados para servir al rey en la otra vida. En estas tumbas también se hallaron enanos, encargados quizás de divertir al rey, y perros, bien mascotas o bien de caza.
La tumba de Djer es la que cuenta con mayor número de tumbas subsidiarias, 338, y en general las tumbas más tardías tienen menos. Por motivos que se desconocen, la práctica parece haber desaparecido tras la I Dinastía y en épocas posteriores las pequeñas estatuas de sirvientes y después los shabtis (figurillas funerarias) pueden haberse convertido en sustitutos más aceptables. Todas las tumbas de la I Dinastía en Abydos cuentan con sepulcros de madera donde se situó el enterramiento. El complejo de Djer, es el mayor de todos. Sí bien la cámara central sería convertida después en el santuario del dios Osiris, Petrie encontró en ella un brazo envuelto en lino y adornado con brazaletes que aparentemente procedía del enterramiento original; el brazo no se conserva, pero las joyas se puede ver en el Museo Egipcio de el Cairo.

Durante el reinado de Den, a mediados de la I Dinatía, se produjo una gran innovación en el diseño de las tumbas reales: se añadió una escalera. Esto permitió que todas las tumbas, incluida su cubierta , se fuera construyendo durante la vida del rey y facilitaría los trabajo de construcción en un pozo muy profundo. En medio de la escalera había una puerta de madera y tras ella, a la entrada a la cámara funeraria, un rastrillo de piedra para impedir el acceso de los ladrones de tumbas. El diseño y la decoración de la tumba son los más elaborados de Abydos: el suelo de la cámara funeraria estaba pavimentado con losas de granito rojo y negro de Asuán, en lo que es el primer ejemplo conocido de uso a gran escala de esta piedra dura. El estudio del Instituto Arqueológico Alemán de los escombros de las primeras excavaciones indican que entre las ofrendas funerarias figurarían muchos cacharros de cerámica con sellos impresos, recipientes de piedra, etiquetas inscriptas y otros objetos tallado de marfil y ébano, así como cajas o muebles taraceados. Al sur de la cámara de la tumba se encuentran las inusualmente grandes cámaras subsidiarias, donde se encontraron muchas jarras, que probablemente contuvieran vino de origen.

En una tumba real posterior perteneciente a Semerkhet, Petrie encontró una rampa de entrada, no una escalera, como en el caso de la tumba de Den, saturada hasta una altura de tres pies, con aceite aromático. Casi cinco mil años después del enterramiento , el olor seguía siendo tan penetrante que impregnaba toda la tumba. En la sepultura perteneciente al último rey de la I Dinastía, Qaa, la reexcavación del instituto Alemán, encontró treinta tabillas inscriptas que describían la entrega de aceite. Lo más probable es que estos aceites fueran importados desde Siria-Palestina y fueran de bayas o árboles de aquella región. la presencia de cantidades tan inmensas de aceite en la tumba de Semerkhet, quizá en el transcurso de su funeral, sugiere un comercio a gran escala con el extranjero controlado por la Corona e indica la importancia de semejantes bienes de lujo para los enterramientos reales.

A comienzo de la década de 1990 O´Connor descubrió doce enterramientos de barcos al sureste del recinto funerario de Djer, hasta el momento no se sabe si las naves datan de la I o II Dinastía. Todo parece haber sido creado al mismo tiempo y es posible que se encuentren mas enterramientos similares cuando se amplíe la zona de excavación. El propósito de estos enterramientos de barcos es desconocido; posiblemente se trate de naves utilizadas durante una ceremonia funeraria o pueden haber sido enterrados simbólicamente para viajar en la otra vida. Los ejemplos de Abydos son prueba más antigua de una asociación entre los barcos y el culto mortuorio real.

Los hallazgos de Abydos demuestran los inmensos gastos del Estado en los complejos mortuorios (tanto tumbas como recintos funerarios) de los reyes de la I Dinastía. Estos soberanos controlaban grandes activos, incluido productos manufacturados en los talleres reales, bienes exóticos, materias primas importadas en cantidades inmensas desde el extranjero y trabajo obligatorio, amén de personas para ser sacrificadas en el enterramiento del rey. El papel primordial del soberano queda expresado sin duda en estos monumentos y los símbolos del culto funerario real aparecidos en Abydos se elaborarán más aún en los complejos con pirámide del Reino Antiguo y del Reino Medio.
Las tumbas de Sakkara Norte están mucho mejor conservadas que las tumbas reales de Abydos; cuando fueron excavadas algunas de sus fachadas con nichos, éstas todavía conservaban restos de los dibujos geométricos que las decoraban y las cámaras funerarias poseían suelos de madera. Varias de las tumbas de Sakkara Norte estaban acompañadas también por hileras de tumbas subsidiarias; pero su número es menos que en los cementerios de Abydos. Con el paso del tiempo, el diseño de las tumbas de Sakkara se volvió más elaborado todavía, con una disposición mas compleja para las habitaciones, tanto subterráneas como en la superestructura y los muros del recinto. Al igual que en Abydos, en Sakkara Norte también se incorporaron escaleras de acceso a la tumba.
Si bien se han encontrado grandes tumbas con fachada con nichos en otros lugares de Egipto (Tarkhan, Guiza y Nagada), son mucho más abundantes y de mayor tamaño en Sakkara Norte, donde nos sirven como prueba de la existencia durante la I Dinastía de una clase de funcionarios típica de un gran Estado. Al mismo tiempo, estas tumbas fueron los principales monumentos del Estado en el norte y, por lo tanto, simbolizaban el Estado centralizado gobernado de forma efectiva por el rey y sus administradores. La inmensa cantidad de bienes manufacturados que salían de la circulación económica para ir a parar a las tumbas indica la riqueza de este Estado que comenzaba, riqueza compartida por diversos funcionarios. Por todo Egipto se encuentran tumbas pozo más pequeñas y sencillas pozo de la I Dinastía, lo que no sólo demuestra la estratificación social existente, sino también la importancia del culto mortuorio para todas las clases sociales. Los enterramientos mas sencillos, se tratan de enterramientos sin ataúdes y cuyo único ajuar funerario consiste en unos pocos recipientes de cerámica. Los enterramientos de categoría superior son más grandes y poseen una mayor cantidad y variedad de ajuar funerario. En ocasiones tienen las paredes revestidas con madera o adobe y están techadas.
Lo que se puede deducir sobre la organización sociopolítica y económica del período se obtiene de los datos que nos proporciona la principal documentación arqueológica de la I Dinastía, que es funerario.
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